LAS PARABOLAS DE KRYON –
Serie 3 – Parábola 
3 – El Padre y el Hijo
Aquí hay una historia con que se relacionarán muchos
hombres. ¿Tú eres el padre, o el hijo? Aun si no eres uno ni otro, o incluso no
eres varón, la historia es relevante para nuestro planeta. Es una historia
sobre el odio, el de la clase que dura toda la vida, una de las pruebas
supremas de la naturaleza humana.
El odio es como un resorte en espiral; lo que la mayoría
de la gente no sabe es que, cuando se lo suelta, tiene un poderoso potencial
para ser convertido en amor.
Ahora déjenme contarles la historia sobre el padre y el
hijo.  Que el amor sature cada poro de su
cuerpo mientras la verdad de esta historia real se despliega para ustedes.
Ahora es el momento para la sanación que pueden haber pedido antes, porque la
sanación viene con la acción. La acción es resultado del conocimiento.
Y entonces, en el planeta Tierra estaba el padre. Ahora
bien, todavía no era un padre, pero ansiaba serlo. El nacimiento de su hijo era
inminente. Tenía esperanzas de que el bebé fuera varón, porque tenía grandes
planes para un niño varón. El padre era carpintero, y deseaba enseñarle a su
hijo la carpintería.
Oh, tengo tantas cosas para enseñarle, decía. Le enseñaré
los trucos del oficio, y sé que se entusiasmará y seguirá con el nombre de
nuestro oficio dentro de la familia. Entonces, cuando ocurrió el nacimiento y
fue realmente un varón, el padre desbordaba de alegría. ¡Este es mi hijo!, les
gritaba a todos. Este es el que llevará el honor de la familia. Este es el que
llevará mi nombre. Este es el nuevo Gran carpintero, porque le mostraré todo lo
que sé.  Pasaremos muy buen tiempo juntos
mi hijo y yo. 
Y entonces, cuando el niño creció y tuvo más edad, él amó
a su padre. Que lo adoraba y en cada oportunidad le decía: Hijo, solo espera a
que pueda compartir estas cosas contigo. Te encantará. Compartirás nuestro
linaje y nuestro arte y nuestra familia, y estaremos orgullosos de ti mucho
después que yo haya partido.
Pero algo inusual sucedió entre tanto. A medida que la
vida seguía, el hijo se sintió asfixiado por la atención del padre. Y empezó a
sentir que tenía un camino propio, aunque el hijo no lo reconocía con estas
palabras. El hijo empezó a rebelarse de maneras leves. Cuando alcanzó la
adolescencia ya no le interesaba lo que el padre tenía para decir sobre la
carpintería o el linaje.
 Respetuosamente le dijo al padre: Padre, por
favor, hónrame. Yo tengo mis propios deseos y aspiraciones. Hay cosas que me
interesan y que no son la carpintería.
El padre no podía creer lo que
estaba oyendo, y dijo: Pero, hijo, no entiendes. Verás: yo soy más sabio que tú
y puedo tomar decisiones por ti.  Déjame
mostrarte estas cosas. Confía en mí. 
Déjame ser lo que se suponía que fuera, como tu maestro, y lo pasaremos
muy bien tú y yo.
Yo no lo veo así, padre. No
deseo ser carpintero, ni quiero lastimar tus sentimientos, señor. Pero tengo mi
propio camino, y deseo ir por mi cuenta.
Esa fue la última vez que se usó
la palabra “señor”, porque el honor entre padre e hijo gradualmente disminuyó y
se desintegró, hasta volverse un vacío de negrura y oscuridad.
Cuando el hijo creció aún más,
se dio cuenta de que el padre seguía insistiéndole para que se convirtiera en
algo que no deseaba ser. Y entonces el hijo se fue del hogar, ni siquiera
diciendo adiós al padre, sino dejando una nota que decía: Por favor, déjame
tranquilo.
El padre estaba consternado. Mi
hijo, pensó. He pasado veinte años esperando por este momento. Se suponía que
él sería todo; el Carpintero, el Gran Maestro del oficio, con mi nombre. Estoy
avergonzado. Él ha arruinado mi vida.
El hijo también pensaba: Este
hombre ha arruinado mi infancia y me dio forma de algo que yo no elegí ser, y
no elijo sentir afecto por él.  Y
entonces, ciertamente hubo ira y odio entre el padre y el hijo, y permaneció a
lo largo de sus vidas. Y cuando el hijo tuvo una criatura propia, una hermosa
hija, Tal vez, solo tal vez, debiera invitar a mi padre a ver esta niña de su
linaje. Pero luego lo reconsideró: No, este es el padre que arruinó mi
infancia, y él me odia. No voy a compartir nada con él. De modo que el padre
nunca llegó a ver a su nieta.
Y sucedió que a los 83 años el
padre murió, y en su lecho de muerte miró hacia atrás y dijo: tal vez ahora que
mi muerte está cercana, llamaría a mi hijo. Y en un momento de sabiduría,
sintiendo a la muerte acercarse, mandó a buscar al hijo.
La respuesta  del hijo llegó, diciendo: No me importa nada
de ti, porque arruinaste mi vida. Aléjate de mí.  Y luego el hijo agregó: Me alegraré de tu
muerte.
Oh, había una tremenda energía
de odio en la mente y en los labios del padre, al tomar su último aliento,
pensando cómo podía haber tenido un hijo tan despreciable.
El hijo tuvo una buena vida, y también
a los 80 partió, rodeado por una familia que lo amaba profundamente, lamentando
por su esencia que ya no caminaría por el planeta.
Y aquí, queridos, es donde la
historia empieza realmente. Porque el hijo pasó por la Cueva de la Creación.
Hizo el viaje de tres días a donde recogió su esencia y su nombre y fue al
Salón de Honor. Y pasó largo tiempo en adoración allí, donde literalmente
millones de entidades, en un estadio que ni puedes empezar a imaginar,
aplaudían y lo honraban por lo que había atravesado mientras estaba en su
planeta. Verán, queridos, todos ustedes han estado allí antes. Pero no podemos
mostrarles esto porque arruinaría su tiempo aquí y les daría demasiados
recuerdos. Pero volverán allí algún día, para recoger el siguiente color. Estos
colores son vistos por todos en el universo cuando los encuentran, Sus colores
son como una placa de identidad que indica que fueron guerreros de la luz en el
planeta Tierra.
Es difícil para ustedes concebirlo,
lo sé, en ese momento en que les cuento 
la historia. Sin embargo, es verdad. Ustedes no tienen idea de cuán
importantes son estas placas únicas de la Tierra. Algún día recordarán mis
palabras cuando me encuentren en la audiencia, en el Salón de Honor.
Entonces, el hijo estaba allí
recibiendo sus galardones, y sus nuevos colores fueron colocados en su energía
para girar con sus otros colores, para mostrar a quienes lo rodearan quién era
él.
Y cuando este tiempo terminó, el
hijo, en la túnica de la entidad universal real que él era, entró en un área
donde inmediatamente vio a su mejor amigo Daniel, aquel a quien había dejado al
venir al planeta Tierra. Vio a Daniel a través del vacío y exclamó: ¡Eres tú!
Te he echado mucho  de menos, por así
decir, y se abrazaron entremezclando sus energías.
Y así, con gran alegría,
hablaron de todas las épocas universales que habían disfrutado juntos antes de
que el hijo fuera a la Tierra. Jugando por el universo con su amigo  Daniel, un día le dijo :  ¿Sabes, Daniel? Fuiste un maravilloso padre
en la Tierra., Mi mejor amigo: tú fuiste un hijo maravilloso. contestó Daniel.
¿No fue asombroso lo que atravesamos como humanos? Qué completa fue la dualidad
que nos separó a nosotros – mejores amigos – cuando estuvimos en la tierra.
¿Cómo pudo ser algo así? preguntó el hijo del pasado.
Oh, porque el velo era tan
fuerte que no sabíamos quiénes éramos realmente, contestó el padre del pasado.
Pero el plan funcionó muy bien, ¿no es así? preguntó el hijo. Sí, lo hizo,
contestó Daniel, porque nunca tuvimos ni un atisbo de la verdad de quiénes
éramos realmente.
Entonces dejamos a estas dos
entidades, que se van a su siguiente sesión de planeamiento.
 Y oímos que una de ellas decía: ¡Oh, hagámoslo
otra vez! Solo que esta vez yo seré la madre y tú serás la hija.
Esta historia preciosa se cuenta
especialmente para algunos de ustedes que la leen ahora y todavía tienen que
reconocer el regalo de lo que está sucediendo en su vida. O todavía tienen que
reconocer a su mejor amigo. Miren el amor que se requirió para que estas dos
entidades acordaran pasar por este drama.
La historia les da un ejemplo de
ira y odio. Pero son solo atributos kármicos. Son miedos a romper, y  ahora les diré que si el hijo o el padre
durante esa vida hubieran reconocido quiénes eran, hubieran entrado en el miedo
y el odio y la ira y salido con amor. El otro no lo hubiera resistido, y las
cosas hubieran sido diferentes para ambos.
Esta es la lección humana de la
nueva era, no importa qué pienses que está ante ti y cómo aparece. Solo podría
ser una prueba delgada como papel, lista a disolverse y convertirse en amor y
compromiso pacífico.
¿Tienes tú una ira irresoluble
para con otro? Es un truco del Karma, y una lección para ti. Porque también
sabes de la energía que requiere 
seguirlo y la manera en que se perpetúa aparentemente sin ti. ¿No es
hora ya de soltarlo?
El amor es el poder más grande
del universo. Esta energía de amor no es solo 
lo que les da paz y empoderamiento. Su energía también es responsable
por su silencio ante la acusación.  La
sabiduría y el discernimiento para saber que ayudaron a planear todo lo que les
rodea.
Extrañamente, este amor también
es responsable de las cosas menos iluminadas que puedas imaginar. Porque la
fuente de su estructura kármica también es el amor. A veces puede adoptar un
rostro extraño como la ira y el odio hacia un miembro de la familia. Pero el
amor es rey del plan y se esconde esperando que lo descubras dentro de la
solución de tu miedo. 
Tiene sustento y espesor, tiene
lógica y razón. Es la esencia del universo, y ha sido pasada a ustedes dentro
de las palabras de esta historia.
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