Dominar el Arte de la
Arrogancia: Mi Batalla de Dos Años con la Depresión
Lilly Wong
https://www.youtube.com/watch?v=3IjoPREJQSc
Una única chispa de gratitud transformó mi dolor en luz, convirtiendo
un ciclo de depresión en una posibilidad infinita. Recuerdo, en noviembre 2021
decidí renovar las imágenes de mi sitio web. La fotógrafa me pidió visualizar,
recordar una experiencia memorable, un momento en que me sentí en paz, alegre,
verdaderamente cómoda. Me llevó unos segundos reflexionar sobre eso, y empecé a
sentir una vibración cálida atravesando mi cuerpo. Sonreí, sí, ese momento es
ahora. Vaya, esa afirmación se siente tan bien. Pero también trajo viejos
recuerdos porque, créanme, esta clase de estado de ser no estuvo allí siempre.
Una vez yo había dominado otro tipo de arte durante dos
años. Escondía una depresión profunda detrás de una fachada bellamente
construida. Yo era arrogante, obstinada en no dejar que nadie viera mi dolor. Mis
hermanas, mis más queridos amigos, una vez me dijeron: no teníamos idea de que
pasabas por una depresión, que estabas tan dolorida; ni siquiera mi madre lo
sabía. Verán, alrededor de mis 30 años yo tenía todo en mi lista: carrera
próspera, marcado; relación amorosa, marcado; hablar cuatro idiomas, marcado,
vivir en un hermoso departamento, marcado, marcado, marcado.
Pero había tres
casillas esenciales sin marcar, que faltaban. Una profunda sensación de
paz interior, un ritmo sagrado en mi vida, y un logro de propósito en
absolutamente todo lo que hacía. Estas tres ausencias significativas crearon un
vacío siempre expandiéndose. Yo sentía un enorme vacío creciendo dentro de mí.
Caminaba preguntándome: ¿es esto realmente todo lo que hay? Finalmente tomé una
decisión drástica. Dejé todo atrás. Todavía puedo oír la voz de mi madre
diciendo: estás cometiendo el error más grande de tu vida.
Después, incluso desmarqué todas las casillas de la lista.
Yo todavía trataba de racionalizar mis elecciones, buscando a alguien o algo a
quien culpar. Seguía sintiendo mi arrogancia probando al mundo y a mí misma que
podía alejarme de todo eso y estar bien.
Durante el día simulaba estar bien; pasaba por mi rutina
diaria con mi depresión en el cielo. Luego, de noche me hacía pedazos con un
dolor intenso en mi pecho, durmiendo apenas cuatro horas por noche. Cada día
que pasaba yo bajaba en espiral. El vacío seguía creciendo pesado, más y más
pesado. El dolor en el pecho se hizo insoportable. No podía entender eso. Se
suponía que yo era exitosa, feliz, tenía el control, Cuando más intenté buscar
las razones que justificaran ese dolor, más profundo era. Hasta que un día la
aflicción fue demasiado para soportar. En ese momento, solté mi arrogancia.
Dejé caer la fachada. Dejé de tratar de controlar todo, y susurré en voz baja:
Necesito ayuda.
En ese momento, como de la nada, una oleada de gratitud me
atravesó, llenando cada rincón de mi cuerpo, de mi ser. Fue mágico. Más allá de
toda explicación. El dolor en el pecho empezó a disolverse, y surgieron una
profunda recordación y claridad. No había nada ni nadie a quien culpar; solo
lecciones para aprender, gemas para descubrir, vibraciones para recordar. Y oh,
Dios mío, todavía recuerdo esa primera noche en que pude dormir de nuevo. ¡Qué
regalo! Una dichosa chispa de gratitud
salvó mi vida. Y desde entonces he estado en un viaje, paso a paso, volviendo a
aprender y dominar el arte de la gratitud, convirtiendo oscuridad en luz,
abriéndome a posibilidades infinitas, llenando todos los huecos.
Sí, he marcado las tres casillas faltantes. Ahora camino con
una profunda sensación de paz interior. Marcado. Y cuando surgen desafíos, hago
una pausa, rezo, y recupero esa onda de gratitud. Cada vez, sin fallar, eso
abre el camino hacia adelante. Me he rendido totalmente a la sincronicidad,
permitiendo que sucedan pequeños milagros en cada rincón, a cada segundo, un
ritmo sagrado en mi vida. Y ahora me encanta compartir mis descubrimientos de
mi viaje de recordación. Y no solo para logro personal, sino también para la
evolución colectiva de la humanidad. Y estoy en todo el camino: marcado.
He aprendido que no solo se trata de pensar pensamientos de
gratitud, sino de corporizarlos en cada célula, cada molécula, cada átomo de mi
ser, en el nivel más profundo de mi alma, Y no importa en qué idioma, gratitud,
gratitud (lo dice en otros idiomas) Lo
que importa es la intención, la vibración, y la energía detrás de ellas.
Entonces hoy, al reflexionar sobre tu propio viaje único,
¿de qué estás agradecido? Ahora.
Aplausos.