Casi todos luchan con la procrastinación en algún aspecto de
su vida. Para algunos es como un leve inconveniente y para otros puede tener
consecuencias desastrosas, tocando casi todas las partes de su vida. Si este
fuera el caso, sería útil saber algo más sobre su dinámica y cómo despacharla.
Después de todo, la procrastinación es simplemente un programa que se
desencadena en ciertas circunstancias y toma control como un algoritmo
automático con resultados predecibles, eso es, a menos que lo reviertas y
reprogrames más favorablemente.
Empecemos por entender qué es la procrastinación y cuáles
son las motivaciones detrás de ella. Primero entendamos que hay una variedad de
motivaciones para ella, y que no todas las personas están en la misma página
respecto a por qué lo hacen. Básicamente, cuando postergamos para después lo
que podría haberse hecho ahora, estamos participando en alguna forma de
procrastinación también llamada “patear la latita hacia adelante en el camino”.
¿Qué pasa con eso? Simplemente expresado, nos hace ineficaces, improductivos, y
ata nuestro futuro con una obligación que se vuelve una pérdida de energía,
porque constantemente está en la trastienda de nuestras mentes, incluso aun
cuando podamos simular que no está, e interfiere con nuestra capacidad para
estar plenamente en el momento presente. En breve, cuando procrastinamos
entregamos nuestro poder.
Cuando dejamos para después un proyecto o incluso una
obligación porque surge algo que toma prioridad, no estamos participando en una
procrastinación. Por ejemplo, si postergamos algo debido a la muerte de un
familiar, y de pronto tenemos un funeral o entierro al que asistir, esto no es
procrastinación. Si caemos en cama con Covid y debemos posponer un proyecto o
una reunión, esto tampoco es procrastinación. Por otro lado, si enfrentamos
tener que actuar en algo y luego ponemos la excusa de tener un resfrío leve o que
necesitamos ir a una reunión que surgió - y a la que realmente no necesitamos
ir en absoluto - entonces sí es
procrastinación.
Entonces exploremos los sentimientos y motivaciones detrás
de la procrastinación. Digamos que pospones responder a un email o texto de un
colega; podría haber muchas razones para esto. Tal vez sea un mensaje
contencioso que se siente como una lata de gusanos. Tal vez es una acusación, o
una demanda, o una avalancha de ira por algo que hiciste o dijiste. No te
entusiasma participar en eso porque te pone muy incómodo, no sabes qué decir,
estás provocado, enojado y alterado, temes perder el control en tu respuesta,
tienes experiencias con esta persona y generalmente no terminan bien, te está
pidiendo otro favor y no quieres concedérselo, etc. Todos estos tienen
ramificaciones más profundas. Tal vez detestas poner límites, porque hace que
la gente se enoje contigo, y esta llamada requiere que lo hagas. Tal vez
simplemente sabes que no te escuchará ni entenderá, y tendrás que soportar un
ataque, y ser atacado te causa ansiedad extrema. Tal vez sabes que si
participas te encontrarás irritado, dormirás mal, y funcionarás deficientemente
en el trabajo al día siguiente, y temes las consecuencias de esto. Quizás se te
pide hacer algo en lo que no eres bueno, o en que fracasarás, y esto te traerá
sentimientos de fracaso y angustia. Tal vez perderás la buena voluntad de la
persona que lo pide, y si le fallas esto trae cuestiones de rechazos.
Tal vez tienes que calcular tus impuestos, cosa que odias,
porque tiendes a cometer errores, y simplemente estás seguro de que deberás más
y esto te hará ajustar tu presupuesto, y hay una docena de cosas que
preferirías hacer, como ver una película, tomar un trago, o una golosina, o
llamar a un amigo. Nota que la mayoría de estas dinámicas involucran temer a
algo y querer evitarlo. En último caso, puedes temer que te cueste una
experiencia desagradable de incomodidad que preferirías evitar.
Hay dos cosas que el ego quiere. La primera es sobrevivir a
toda costa, y la segunda es buscar comodidad y placer. El ego no distingue
entre lo que es una amenaza real y lo que es una amenaza imaginada. Por
ejemplo, el ego te hará correr a los gritos o prepararte para defenderte si
estás por ser atacado por un animal o una persona. Sin embargo, también te hará
correr gritando o prepararte para defenderte si te sientes amenazado por algo
aun cuando en la realidad no te matará. Sentirse rechazado, humillado, atacado
verbalmente es suficiente para que mucha gente corra hacia la salida. Para
ellos la presencia de alguien que los enfrenta con un cuchillo y alguien que los ataca verbalmente no tiene
diferencia. Entonces tendemos a evitar cualquier cosa que se asocie con un
ataque, agresión, o sentimientos desagradables, incluso la pérdida de dinero.
Casi todas las razones para procrastinar involucran estos elementos. Esto no
significa que el ego esté contra ti, solo reacciona en exceso y luego usa el
evento como herramienta para hacerte cumplir con todos sus deseos, sobrevivir y
buscar comodidad y placer en lugar de sentir dolor.
Desdichadamente, sus estrategias te llevan a posponer el
dolor y el sufrimiento, pareciendo que pateas la latita hacia adelante en el
camino, donde nada ha cambiado realmente, ni se ha manejado ni arreglado. Por
supuesto, eso es una estrategia fracasada. Si esperas que la otra persona se
muera o deje la empresa antes de contestarle probablemente te estás engañando.
Si tienes tendencia a procrastinar, veamos tus opciones.
Digamos que no quieres hacer algo por una variedad de razones discutidas más
arriba. Tal vez no quieres preparar tus impuestos porque simplemente te
desagrada hacerlo. Verdaderamente no te divierte. Puede pasar que tu miedo te
haga cometer un error que te va a costar mucho dinero. Esto puede ser una
preocupación legítima, sin embargo la realidad es que podría tratarse realmente no de tu miedo de las
consecuencias tanto como de tu deseo de no participar en algo que no te atrae.
Tu mejor apuesta es decidir no hacerlo y ver si puedes encontrar a alguien que
le guste calcular impuestos, que sea experto en eso, que lo haga por ti. De ese modo estás libre para hacer aquello
para lo que verdaderamente tienes talento. Esto no es evitar, ni es pereza, es
solo una estrategia inteligente. Por supuesto, si no hay alrededor nadie que
tenga la capacidad para hacerlo correctamente, entonces puede que tengas que
hacerlo tú mismo. Si así es la cosa, entonces tu mejor opción es dejar de
pensar en ello y simplemente empezar a hacerlo. Será más fácil si le pides a
uno de tus aliados internos confiables que te ayude a terminarlo. Si no crees
que tienes aliados confiables entonces estás en desventaja, pero aun puedes
entregar al Espíritu el proyecto. Todavía tendrás que hacerlo, pero cuando
recibes la ayuda del Espíritu no es poca cosa. Intenta esto; puede que realmente te gusten
los resultados.
Si no crees en el Espíritu, entonces otra vez estás en
desventaja. Sin embargo, igual puedes enfrentar la tarea dejando de lado
proyectos menos importantes y yendo directo a los impuestos sin pensar en ello,
como si cerraras la canilla de agua caliente en la ducha, y dejaras que el agua
fría caiga sobre ti sin darle el más mínimo pensamiento. Inténtalo. Te
sorprenderá cuál fácil es, después de unas pocas veces. Tu disgusto ante la
tarea está directamente relacionado con la narrativa que te has contado a ti
mismo al respecto. ¿Qué tal si no hubiera ninguna narrativa que contar? ¿Qué
tal si fuera simplemente una tarea? Hummm.
He aquí un escenario ligeramente diferente.
Digamos que tienes que contactar a alguien a quien has
entrevistado para un trabajo y tienes que decirle que no obtiene el puesto.
Detestas hacer esto, odias dar malas noticias, desilusionar y rechazar a la
persona que estaba desesperada por un trabajo, pero es tu obligación hacerlo y
muy probablemente nadie puede hacerlo por ti. Podrías evitar hacer la llamada y
causarle más angustia y ansiedad a esa persona, que sería cruel e inaceptable.
Alternativamente, podrías cuidar de este asunto inmediatamente haciendo la
llamada dándote cuenta de que este trabajo no era bueno para ella y que está
destinada a algo distinto. Que si fuera la cosa correcta, entonces su yo
superior habría arreglado para que pasara la entrevista y obtuviera el trabajo.
Sabes que no fue ese el caso. Puedes saber que hay otro camino para esa persona
y no es asunto tuyo cuál sea.
Tu trabajo es decirle que este puesto fue dado a otra
persona, y puedes saber dentro de ti que, en último caso, al fin tendrá la
situación de trabajo que le enseñará al máximo. Esto es realmente la manera en
que funciona, de modo que no tienes que sentirte mal por ella, sentirte
culpable, y no tener fe en su capacidad para llegar al lugar correcto. De
hecho, puedes ser bastante alentador a pesar del rechazo, porque estás viendo
la situación desde una perspectiva de octava más alta donde puedes ver
claramente que no hay víctimas, no hay callejón sin salida, y que todo es
exactamente correcto tal como está. Esto es realmente un voto de confianza para
esa persona, en lugar de verla como un fracaso y un rechazo. En otras palabras,
la ves como un rostro del Espíritu y al hacerlo le facilitas verse a sí misma
también en esa luz. Todo esto puede ser comunicado sin palabras, excepto, por
supuesto, la parte de no obtener el trabajo. Eso tiene que comunicarse
verbalmente.
Al final del día no hay manera de escapar completamente de algo
a lo que estás resistiendo. O bien tienes que luchar con la conducta de evitar,
y la sensación de que tienes aún que pagar el costo o tienes que soportar la
incomodidad de realmente hacer lo que no querías hacer. Realizar la tarea siempre es la opción más
fácil. La alternativa se describe mejor con la frase: “Los médicos con
cuchillos desafilados son cirujanos terribles.” Si tienes que amputar un pie
gangrenado, entonces hazlo, y hazlo rápido, o el paciente y tú sufrirán
infinitamente más. De hecho, si no lo haces, el paciente morirá casi
seguramente, pero podría haber vivido sin el pie.
Al final del día, la procrastinación es una gran maestra. Te
enseñará valentía, neutralidad, y a permanecer en la octava superior. Por medio
de la auto observación, te enseñará muchas cosas sobre ti mismo. Puede
enseñarte el poder de estar con lo que es, el poder de ser quien eres, en
cualquier situación, el poder de ver las cosas hasta que estén completas. A
veces incluso descubrirás que lo que pensabas que ibas a odiar hacer, era
realmente divertido y que realmente eres bueno en eso.
Si tienes tendencia a procrastinar, aquí hay algunas
preguntas para hacer y preguntarte a ti mismo.
¿Qué es exactamente lo que me resisto a hacer?
¿Cuáles son las consecuencias de no hacerlo?
¿Cuál es el miedo que estoy eligiendo sentir con respecto a
hacer esta tarea, planeamiento, limpiar el garaje, obtener nuevos neumáticos
para el auto, limpiar la pila de basura del patio, hacer revisar el techo,
responder la llamada de un familiar, etc.?
¿Quién es el que está postergando esto? ¿Qué parte de mí no
quiere hacer esto? ¿Qué edad tiene?
¿Esto es parte de mí, real de verdad, o es solo un recuerdo
o una alucinación?
Si hay un yo, ¿Cómo castigaré a ese yo por no hacer esto?
¿Quién será el que castigue?
¿Hacer esto, realmente te va a lastimar o te va a matar?
Ya entiendes la idea. Sigue preguntando. Aprenderás algo, y
recuperarás de vuelta tu poder.
©2023 Todos los derechos reservados.
www.thepowerpath.com
Puedes hacer copias de este escrito y distribuirlo en
cualquier medio que desees, en tanto no
cobres por él ni lo alteres de ningún modo. Debes dar crédito al autor e
incluir toda esta nota de copyright. En tanto el texto puede compartirse,
ningún archivo de audio, incluyendo
conferencias, música
y/o meditaciones de
sonido, pueden ser publicadas en ningún sitio por ninguna razón sin permiso por
escrito de Power Path.