Un nuevo Artículo de José Stevens
El
Placer, la Vergüenza y la Culpa
Advertencia: Pueden encontrar este artículo algo
perturbador, porque puede contener información que contradice directamente lo
que tal vez hayan creído verdadero. Traten de leerlo desde una posición
neutral.
La vida está llena de
placeres. Algunos de esos placeres son estrictamente físicos, y tienen que ver
con sensaciones del cuerpo, y muchos otros placeres están basados más en lo
emocional o incluso en lo intelectual, como el placer de ver una bella obra de
arte, una puesta de sol, o resolver un problema matemático muy difícil o un
crucigrama. Incluso estos placeres tienen un grado de sensación física que
resulta de sustancias químicas liberadas en el cerebro como resultado de
ciertos sentimientos o pensamientos.
Algunos placeres son generalmente aceptados como saludables y
socialmente aceptables y, por supuesto, algunos no dependen de la cultura o de
las normas sociales. Sentir placer al jugar con un nieto o al observar un ocaso
es aceptado en casi todas las culturas del mundo, pero tener una relación
amorosa con alguien fuera del matrimonio, o sentir placer al fumar cigarrillos,
es generalmente desaprobado y por tanto causa de vergüenza y culpa.
Algunos placeres son
saludables desde el punto de vista biológico, como, por ejemplo, beber agua
fresca después de una caminata al sol o masticar un durazno jugoso. Todos
sabemos que algunos placeres no son biológicamente saludables como aspirar
cocaína, consumir mucho alcohol, o participar en formas extremas de
sadomasoquismo. Sin embargo, ninguno de ellos necesariamente implica culpa o
vergüenza.
Llamamos hedonista a
alguien muy afecto a sus placeres de la vida, pero esto generalmente tiene una
connotación negativa porque implica que un hedonista es egoísta y elige su
propio placer por encima de la lealtad o sensibilidad a los sentimientos de
otro. La mayoría de la gente fuera de ciertos círculos no llaman hedonista a
alguien en quien confían o de quien son afectos, a menos que, por supuesto,
estén describiendo a su gato o su perro, en cuyo caso esto se hace con cierta
envidia.
La mayoría de las
culturas del mundo son excepcionalmente influyentes en cuando a qué placeres se
consideran aceptables o no. Las culturas suelen estar influidas por la
religión, y la mayoría de las religiones no suelen ser particularmente afectas
a una amplia variedad de placeres personales. De modo que millones, e incluso
miles de millones, de personas en la tierra son restringidas de muchas formas
de placer, no necesariamente porque estos placeres sean dañosos, sino porque se
los considera una antítesis del dogma de la religión. Es interesante que estas
prohibiciones no fueran necesariamente fomentadas por el maestro espiritual que
se considera fuente de las enseñanzas espirituales. La cristiandad es un buen
caso en este punto. Jesús no estaba en contra de ningún placer físico en
absoluto, pero las iglesias que devinieron de sus enseñanzas introdujeron una
amplia variedad de restricciones y tabúes
con respecto a disfrutar de la vida. Encontraron que esto de colgar de
la cruz soportando terribles sufrimientos era una gran manera de hacer que la
gente sintiera culpa y vergüenza por querer experimentar unos pocos momentos de
placer, generalmente orientado a cosas de las que él nunca habló.
¿Alguna vez él dijo
que uno no debiera disfrutar del placer del sexo con su cónyuge o que los
sacerdotes no debían casarse? No, y sin embargo hay prohibiciones contra estas
cosas. Diversas religiones han proscripto el cantar, bailar, el arte, la
música, la auto expresión en la vestimenta y la conducta, el placer sexual y
más, sin tener nada que ver con las
creencias o enseñanzas de su fundador. En sus extremos, el sufrimiento, el
dolor físico y la auto privación han sido prácticas recomendadas para los
verdaderos devotos. ¿Cómo se llegó a esta insania, considerando que ninguna de
estas actividades ha probado ayudar a alguien a un mayor despertar espiritual?
En general el resultado ha sido justamente lo opuesto, haciendo que la gente se
obsesione con aquello de que se la ha privado.
Se sabe que los
misioneros han invadido las culturas tradicionales de los pueblos indígenas en
todo el mundo para inmediatamente frenar sus tendencias naturales a reír,
cantar, danzar y disfrutar de sus propios cuerpos. Y sin embargo algunos de
esos mismos invasores han sido los que introdujeron el alcohol, sustancia que
ha sido muy destructiva para las culturas indígenas.
Por supuesto, estos
esfuerzos para erradicar la libertad de disfrutar de los placeres de la vida
tienen todo que ver con el control. Si se puede eliminar el placer y
reemplazarlo con culpa, vergüenza y miedo, se puede controlar poblaciones
enteras. De hecho, hay un intento de volver a introducir esta tendencia en la
cultura de los Estados Unidos y en otras partes del mundo también. Otra vez: se
trata de controlar a las masas, y del miedo a perder el control que tienden a
tener las personas muy reprimidas.
Es interesante que,
cuanto más controladora es una subcultura, más problemas tiende a tener con las
conductas desviadas. Por ejemplo, la pedofilia está mucho más concentrada en el
clero y los miembros de religiones y sistemas de creencia muy restrictivos. A menudo, la gente más
contraria a la pornografía es gran consumidora de eso, y la gente que más
discrimina a homosexuales es la que tiene esas mismas tendencias. Los hombres que violan mujeres suelen haber
crecido en familias muy restrictivas y tienden a ver a las mujeres como
seductoras que quieren secretamente ser violadas. Todo esto es profundamente
loco.
Nótese que la
proyección desempeña un gran papel en la gente que quiere desterrar el placer
de la vida o controlar la conducta de las personas. Son los que tienden a
decir: “Ustedes son malos. Están fuera de control. Todo lo que quieren hacer es
egoísta. No pueden disfrutar de tu cuerpo. Eso no está bien. Son todos pecadores. Son pedófilos y
violadores”. La verdad es que esa persona que señala con el dedo es el mayor
candidato a esa conducta y es expuesto todo el tiempo en las cortes de justicia
aun cuando su cultura ignora este hecho bastante obvio.
Ahora bien, aquí hay
algunos hechos interesantes que parecen contradecir muchas creencias centrales de las personas
que condenan el placer. Las estadísticas muestran que los hombres célibes
tienen una mayor incidencia del cáncer de próstata que los hombres sexualmente
activos. ¡Interesante! ¿Podría ser que la conducta natural sea realmente más
saludable que la restricción no natural? Al observarlo, así parece,
seguramente. Actualmente no hay evidencia en absoluto, basada en mucha
investigación, de que mirar pornografía haga que la gente cometa delitos
sexuales más que otra gente, y no hay evidencia en absoluto de que produzca
enfermedad mental o que incluso se pueda clasificar como adicción. ¿Por qué? Porque la evidencia es fuerte de
que es natural en las personas querer observar conductas sexuales,
especialmente cuando no tienen libre acceso a ellas. Entonces, una persona que
mira pornografía regularmente, puede ser una persona muy normal haciendo algo
normal. “Cielos!” podrían pensar, “Eso no puede estar bien”, sin embargo, la
investigación señala en esa dirección. No hay evidencia de que los hombres que
miran pornografía traten a sus esposas o parejas con menos respeto que los que
no lo hacen, aun si miran sadomasoquismo extremo, cosa interesante. No
necesariamente exigen de sus parejas que participen de estas fantasías con ellos, y la mayoría
prefiere que sea una fantasía que nunca se vuelve realidad.
Por supuesto, quienes
tienden a mirar pornografía desviada sobre abuso de niños o actos sexuales
destructivos pueden estar contribuyendo a un problema social y eso lleva su
propio karma, de modo que no estoy diciendo que esté perfectamente bien
permitirse conductas que crean terribles sufrimientos a otros. Adonde quiero
llegar aquí es simplemente a cuestionar la tendencia a juzgar y criticar los
instintos humanos naturales de experimentar momentos placenteros.
¿Dirías que una
persona que gusta de visitar galerías para ver bellas obras de arte tiene una
adicción al arte ¿Dirías que una persona que ama la naturaleza y quiere dedicar
mucho tiempo a estar afuera, es adicta a la naturaleza? ¿Dirías que todo el que
disfruta de un helado es un adicto?
Espero que entiendas la idea. Hasta las personas más iluminadas sostienen prejuicios
y creencias que son estrictamente culturales y no están basados en verdades
espirituales. Suele ser el caso con respecto a las enseñanzas de los gurúes
hindúes, los maestros Zen e incluso los místicos. La creencia parece ser que si usas el cuerpo
físico en “frecuencias vibratorias bajas” no serás capaz de despertar o crecer
espiritualmente, pero esto es puro prejuicio y simplemente no es verdad. Hasta
el Dalai Lama admitió sostener tales prejuicios al principio de su vida cuando
enseñaba a los discípulos que tenían que dejar de ser gay para ser budistas.
Eventualmente cambió su posición al respecto.
Hay personas
iluminadas que son homosexuales y algunas gustan de fumar cigarrillos, y otras
que toman algún trago ocasional. Algunas admiten usar plantas medicinales. Nada
de esto parece ir contra su orientación y sabiduría espiritual. Hay maestros
iluminados que tienen vidas sexuales activas, y dicen que es mejor que nunca
desde que se iluminaron. Una vez estudié con un maestro Zen que, al preguntarle
sobre sexo, dijo “Cuando estás caliente, estás caliente. Y cuando no lo estás,
no lo estás”. ¿Qué tal esa
simplificación? Es solo la sencilla
verdad.
Muchos no comprenden
que, porque alguien disfrute de algún aspecto de la vida, eso no necesariamente
interfiere con su proceso de despertar
espiritual. Sin embargo, hay gente en este mundo que persigue compulsivamente
un placer u otro y es considerada adicta a una cierta sustancia como la
marihuana o una conducta como el juego. Sin embargo, al mirar más de cerca, su
problema revela que usualmente no están obteniendo placer de eso, por estar tan
conflictuados. A lo que realmente están adictos es a la creencia de que
gratificarse con esta sustancia o conducta les dará alivio a su lucha y
sufrimiento y permitirá a la felicidad y el placer, que ya está en ellos,
manifestarse, tal vez solo brevemente. Cometen el error de pensar que es la
sustancia o la conducta lo que brinda placer, pero no necesariamente es así. La
gente que los condena tiende a cometer el mismo error en su pensamiento. Al
final del día, todas las adicciones son lo mismo. Todas son conductas egoicas
que buscan alivio al estrés. Subconscientemente está buscando ser amados y esto
suele estar buscando indirectamente tener una conexión espiritual, pero por
supuesto no funciona.
Entonces, tener
experiencias placenteras nunca es el verdadero problema Los seres humanos están
destinados a tener placer en sus vidas. Es completamente normal y beneficioso
si abordan el tener placer como un
evento espontáneo y no como algo que se vuelve obsesivo-compulsivo o se
convierte en un vehículo crónico de culpa y vergüenza.
Las adicciones son más
bien escapes de energía horribles pero la mayoría de las experiencias
placenteras suministran energías maravillosas. ¿Alguna vez has contemplado un
bello amanecer o una puesta de sol y te sentiste horrible? ¿Alguna vez tuviste
una poderosa liberación sexual que fue totalmente en el momento, y más allá de
pensarlo, y te sentiste terrible durante eso? Es el pensarlo lo que arruina el
placer. (“Yo no debiera estar haciendo esto”). Es el pensarlo lo que conduce a
emociones desagradables como la culpa y la vergüenza, ambas productos del ego.
¿Realmente tienes que pensar en el placer de comer una tajada fresca de sandía
en un día de calor, o un chocolate caliente en un día frío? No necesitas pensar
en eso, todo lo que tienes que hacer es disfrutarlo.
Cuando Krishnamurti, poderoso Maestro Espiritual, estaba en
su lecho de muerte, le habló a su sucesor; sus últimas palabras, aquí
parafraseadas: “Vive tu vida, enamórate, ten experiencias humanas, realmente
sumérgete. Si tuviera que vivir mi vida otra vez, eso es lo que yo haría.” En
otras palabras, no esperes a tu lecho de muerte para darte cuenta de esto. Ten
algo de diversión. Al infierno con la
culpa y la vergüenza; de allí es de donde vinieron estos sentimientos. Mándalos
de regreso. Terminaremos con una cita
del Buda, parafraseada: “Todo con moderación”.
Traducción:
M. Cristina Cáffaro
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