Nuevo Artículo de José Stevens- Escuela de Chamanismo Power Path
Empieza por preguntarte qué te hace feliz, y solo mira qué
surge. Generalmente aparece una gran variedad de respuestas. Mi perro me hace
feliz. Los días claros y soleados me hacen feliz. La lluvia me hace feliz. Mi
cónyuge me hace feliz. El buen sexo me hace feliz. La buena comida me hace
feliz. El arte hermoso, la buena música, las flores, me hacen feliz. La
consideración me hace feliz. Ser amado y respetado me hace feliz. El elogio y
el reconocimiento me hacen feliz. Un coche nuevo me hace feliz. Bueno, esta lista podría seguir y seguir,
como probablemente podrás ver. Si todas estas cosas me hacen feliz, yo debiera
estar feliz todo el tiempo, o al menos buena parte del tiempo, ¿no es así?
Desdichadamente, no es así. Al inspeccionar más de cerca la expresión de la
pregunta, vemos algunos problemas. Por empezar, la parte “me hace” es
problemática, porque implica que soy receptor pasivo de la felicidad y son las situaciones y los objetos allí afuera
en el mundo las que me conducen a estar feliz.
Aparentemente, las experiencias exteriores a mí son las
principales responsables de mi felicidad, como si la felicidad viniera con las
situaciones o los objetos de por sí. Hay otro problema en cuanto esas cosas –
así llamadas – que me hacen feliz son poco confiables y no garantizan hacerme
feliz. Puedo sentirme feliz por un ratito y luego llega algo que parece hacerme
desdichado. Estoy jugando con mi perro y recibo una llamada telefónica con
malas noticias y mi perro ya no me hace feliz. Con este escenario, no hay
confiabilidad con respecto a la felicidad. La felicidad se vuelve algo que
persigo y puede que encuentre brevemente, pero luego se va y tengo que trabajar
duro para recuperarla, a través de una de esas cosas o experiencias no
confiables. No es un buen sistema en absoluto. Si describiéramos este sistema
de encontrar felicidad en la Tierra a
algún marciano, podría pensar que esta es una manera loca e ineficiente de
encarar las cosas, demasiado plagada de problemas.
¿Cómo puede una cosa, evento, situación o experiencia,
causar que suceda algo que sea realmente una experiencia interior, un aspecto
de tu percepción conciente? Podrías decir que el objeto o experiencia que causa
tu felicidad fue simplemente un catalizador, pero no garantizaría ser una
causa. ¿No es la felicidad algo que ya posees? ¿O está completamente ausente
hasta que te es dada por – digamos – una experiencia, como si la experiencia
tuviera una carga de felicidad que pudiera
descargar sobre tu regazo o tu mente? ¿Las situaciones y los objetos
realmente llevan felicidad para dar? Podríamos hacer la pregunta más biológica
y decir que ciertas experiencias, objetos o eventos, desencadenan una cascada
de sustancias químicas en el cerebro a las que llamamos sentimiento de
felicidad. Eso más a menos nos reduce a los humanos a una química que de algún
modo evolucionó desde la sopa primordial. Supongo que es posible, pero no
satisface y no es probable porque implica que el cuerpo es la cosa que produce
la experiencia que llamamos consciencia o percepción conciente. ¿Cómo algo tan
increíblemente vasto como la consciencia o la percepción conciente se derivó de
una carne inconsciente que alimenta a los gusanos cuando muere el cuerpo? Hay
evidencia abundante de que la consciencia no está confinada al cuerpo y ni
siquiera depende de él. La gente ha informado de una percepción conciente
asombrosa incluso después de ser declarado clínicamente difunto, y por supuesto
está toda esa evidencia inconveniente de personas que están enterados de cosas que están sucediendo a millas de
distancia, como en visión remota, incluso al ser colocados en una jaula de
Faraday
Podríamos ir a los maestros iluminados, los grandes maestros
espirituales del mundo, y ver lo que ellos tienen para decir sobre la
felicidad. En primer lugar, hay en ellos un consenso general de que el cuerpo
solo existe en nuestra imaginación basada en recuerdos, sensaciones,
percepciones y demás, ninguna de las cuales se puede probar realmente. Dirían
que la consciencia preexistía al cuerpo humano y lo produjo, y no al
revés. Dicen que la consciencia, la
percepción conciente o el puro ser, es ilimitada, eterna y no es personal. No
creo que yo quiera discutir con esos maestros exaltados a través de las edades.
Más aún, ellos dirían que la felicidad es una condición de
la consciencia, un flujo natural de percepción conciente no contaminado por el
pensamiento dualista. Lo que esto significa es que ya existe dentro de nosotros
porque es un producto de la consciencia pura o el ser, que no depende de un
cuerpo para experimentarla. Eso es una conclusión radical y antigua. Además,
esto significa que la felicidad no puede ser producida por cosas que son
limitadas, que no son eternas e ilimitadas, porque la felicidad solo puede
venir de lo que es eterno e ilimitado. De otro modo solo tienes una versión muy
limitada de la felicidad que podríamos llamar placer corporal, lo que viene y
se va y no es confiable.
Entonces, si digo “ella me hace feliz”, esto no puede ser
posible que sea así, porque en la esencia yo ya soy feliz; solo me distraje por
mis creencias y pensamientos. Pensé que la felicidad proviene de ciertas cosas
como la comida, la bebida, mi perro, las buenas películas, los elogios, etc.
Creí que tenía que buscar la felicidad, en realidad, perseguirla. Que depende de estar en compañía de este
hombre o esta mujer, o de tener este buen trabajo, ganando buen dinero, o cualquier
número de cosas que debo perseguir para ser feliz. Me las arreglo para
encontrarla, sentirme feliz por unos pocos momentos, horas, y luego la
felicidad se va porque esta misma persona compañera me molesta, o tiene mal
aliento, o se interesa por otra persona. Entonces persigo la felicidad en una
botella, o en las drogas, o ganando dinero o teniendo poder, etc., y nunca
pregunto si es duradera.
Pero ¿por qué estas cosas me hacen feliz, incluso por breve
tiempo? La respuesta sencilla es que no lo hacen. Cuando finalmente experimento
buen sexo con una pareja ideal, la persecución termina y por breve tiempo estoy
lo bastante relajado y libre de estrés como para experimentar la felicidad que
ya está dentro de mí. Lo mismo sucede con un gran sueldo, la diversión con el
perro, una buena película, el trago fuerte, la píldora, el coche nuevo, etc.
Sin embargo, estoy tan hipnotizado por mi domesticación, por mi cultura y
programación, que no consigo notar este simple hecho. Pienso que la felicidad
está fuera de mí. No que ya está dentro de mí, como debe ser si entiendo que no
hay división ni separación, ni pensamiento dualista. De hecho, la felicidad no
es un producto del pensamiento en absoluto. La felicidad no tiene ningún
sentido. Solo es. Solo es. La felicidad es una expresión del Espíritu dentro de
mí. Nunca se fue a ninguna parte, nunca
se perdió, nunca estuvo ausente de ninguna manera. ¡Vaya! ¿Cómo puede ser? ¿Qué
hay de esa depresión suicida que sentía cuando mi ex me dejó, o cuando me
despidieron de mi trabajo? Esa depresión suicida fue una distracción, basada
puramente en pensamientos y creencias que conforman el cuerpo de dolor, una
colección miserable de conclusiones falsas y de ignorancia pura y simple de qué
soy y quién soy y de qué es la realidad.
Esto solo tiene sentido si entiendo que la condición del
Espíritu, Dios, el Creador, o como quiera llamar a la fuente de la vida, es la
felicidad misma, es amor, es belleza, es el entendimiento último. Esta
percepción conciente que llamo mía, no es exclusivamente mía. Mi ser no es una
experiencia privada personal opuesta a tu ser. Son una y la misma, en su
origen. Hay una sola consciencia, una percepción conciente, un ser. Participo
en eso pero no es mío exclusivamente y eso es lo maravilloso y asombroso. Si yo estuviera verdaderamente separado, seguramente
estaría jodido, porque no puede haber felicidad en el engaño de la separación.
Eso es la miseria misma. Pero puedes preguntar, ¿y qué hay de todos esos
arrastrados y estúpidos con quienes me las tengo que ver diariamente, sobre los
que leo en las noticias, y demás? ¿Los que están arruinando todo? ¿Qué hay de
ellos? Bueno, considera esto: así como el Espíritu es todo uno, así lo es el
ego, la falsa personalidad que cree en la separación. Hablamos de nuestro
propio ego, con el que luchamos como si fuera un asunto privado. No es un
asunto privado. La razón por la que reconocemos el odio, el narcisismo, el
egoísmo, la estrechez mental, la intolerancia, y demás, en otras personas,
sugiere que nosotros también somos así cuando venimos de ese lugar egoico.
Somos todos parecidos; solo aparecemos como diferentes. Es un pensamiento que
asusta. Bueno, tal vez también consuela, porque significa que nunca estamos
solos.
Somos un ser con muchas expresiones. Podemos enfocarnos en
las muchas expresiones y dejar de ver que
vienen de la misma fuente, o podemos reconocer la fuente que es la
misma, y descubrir que la miseria es realmente un engaño. Es como una
habitación oscura antes de que se encienda una luz. Enciende la luz. Esto puede
ser resumido en un aforismo: “Si supieras que estabas siendo lo que el Espíritu
quiere que seas, serías feliz. Estás siendo así. Sé feliz.”
© Reservados todos
los derechos para www.thepowerpath.com
Traducción: M. Cristina Cáffaro
www.traduccionesparaelcamino.blogspot.com.ar
Traducción: M. Cristina Cáffaro
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