LAS PARABOLAS DE KRYON –
Serie 2 – Parábola
6 – Los Dos Grupos de Guerreros
Esta breve parábola es una de mis favoritas. Mucho se
esconde aquí con respecto a lo que se supone que debemos hacer con respecto a
los dones de Dios en esta nueva era.
Parece que había dos grupos de
guerreros en cierto lugar del planeta Tierra. Cada grupo sabía sobre los nuevos
dones de Dios en la nueva era, y cada grupo se componía de guerreros de la Luz.
Ellos comprendían sus contratos, y sabían que había fuerzas oscuras trabajando
a las que les gustaría impedirles completar sus metas personales. De modo que
invocaron a Dios para los dones de la nueva energía, y cada guerrero recibió
sus paquetes solicitados. Cada paquete dado a los guerreros era personal, y
cada uno contenía tres ítems. Una espada, un escudo, y algo de armadura para el
cuerpo.
La espada representaba la
verdad, y no podía romperse nunca. La verdad es pura, y la espada también
ofrecía una defensa perfecta contra los engaños de los oscuros.
El escudo representaba el
conocimiento. Conocimiento de la debilidad del enemigo, y el conocimiento de
eones de los archivos de los antiguos. Ninguna energía podía penetrar el
escudo, ya que el conocimiento anulaba los secretos y las conspiraciones. Los
secretos y las conspiraciones no pueden existir a la luz del conocimiento
porque dependen para su poder de un lugar oscuro de ignorancia.
La armadura representaba el
manto del Espíritu de Dios. Esta era la sabiduría de la conciencia espiritual
que daba a los humanos la habilitación como partes de Dios que son. Por lo
tanto, representaba la sabiduría de Dios en todas las cosas, especialmente la
sabiduría para blandir la espada de la verdad y sostener el conocimiento en la
ocasión de un ataque.
Ahora bien, resultó que
ciertamente hubo un ataque coordinado de las Fuerzas oscuras.
Ambos grupos de guerreros de la
luz sentían que estaba preparados, y rápidamente tomaron sus poderosos dones
para rechazar al enemigo.
A medida que las fuerzas oscuras
se acercaron, los guerreros abrieron sus paquetes y miraron lo que contenían
sin poder creerlo. Todo estaba en piezas. Había un manual con una nota que
decía: se requiere algo de armado. No podían empezar a prepararse a tiempo para
enfrentar al enemigo, de modo que el grupo de guerreros fue rápidamente
avasallado y derrotado a manos de aquellos que los querían controlar.
Ellos se amargaron, y creyeron
que Dios los había engañado con esperanzas falsas y sensación de seguridad.
Extrañamente, aun después de la
derrota, todavía conservaban sus paquetes, pero pensaron que las herramientas
eran inútiles.
El otro grupo había abierto sus
paquetes hacía mucho, habían armado tempranamente sus herramientas y habían
practicado con ellas. Fue bueno que lo hicieran, pero descubrieron que la
espada era casi demasiado rápida para manejarla adecuadamente. Descubrieron que
el escudo tenía tantas opciones que les costó saber exactamente cómo
sostenerlo, y encontraron que la armadura era ciertamente pesada. Pero con práctica
y meditación, ellos aprendieron cómo equilibrar todo, y estaban preparados.
Se dieron cuenta de que ninguna
de las herramientas funcionaba de por sí a menos que todas estuvieran en uso.
La armadura, la más cercana a su
piel, era clave, porque de alguna manera les daba la sabiduría para controlar
la espada y el escudo. Por cierto el escudo se usaba de muchos modos según
fuera la situación, y la espada se controlaba fácilmente cuando el escudo se
usaba apropiadamente.
Cuando llegó el ataque, el
enemigo echó una mirada a esta fuerza capacitada y huyó. La batalla no existió,
y los guerreros se regocijaron con su victoria. No hubo confrontación y no se
sufrieron heridas.
Hay algunas personas muy
espirituales que siguen esperando que Dios haga algo por ellas. Cuando
necesitan sanación, le piden a Dios que lo haga, y esperan, y esperan, y
esperan. Cuando quieren que cambien situaciones a su alrededor, le piden a Dios
que lo haga, y esperan, esperan, esperan.
Esto proviene directamente del
hecho de que así es como solía funcionar, y las viejas escrituras lo muestran.
De hecho, la historia de Moisés ejemplifica este hecho. Dios hizo todo, y
Moisés y su pueblo recibían instrucciones de marcha cuando se les decía. Desde
las plagas a la separación de las aguas, y grabar instrucciones en piedra, todo
lo hacía Dios. Incluso cuando los israelitas deambulaban por el desierto, Dios
los alimentaba diariamente dejando caer comida desde el cielo.
Esto era la vieja energía,
anterior a un tiempo en que nosotros como humanos recibimos el permiso para
llevar una mayor energía y capacidad.
Cuando el gran Maestro judío del
Amor, Jesús, caminó por la Tierra, fue el mensajero que nos dio la palabra de
que todo estaba cambiando. La era del Amor de Dios estaba sobre nosotros. Él
habló de dones espirituales y nos los mostró. Dio maravillosas enseñanzas,
realizó grandes milagros, mostró al pescador cómo caminar sobre el agua, e
incluso dijo las palabras “Tú puedes ser igual que yo”.
Su mensaje fue claro. Somos criaturas espirituales nuevamente
habilitadas si lo elegimos, con poderes que vienen de la misma Fuente del Amor.
Ahora nos encontramos llegando
al Milenio, y se nos dan más dones porque, como nos dice Kryon, los hemos
ganado en esta era del amor.
Sin embargo, aún ahora hay
quienes sienten que las viejas costumbres de esperar que Dios haga todo,
todavía están vigentes. Pero no es así. En esta nueva energía, se nos pide
co-crear nuestra realidad. La co-creación requiere dos entidades; esa es la
parte “co”. Requiere cooperación entre la Fuente de Dios y la parte divina del
humano, llamada Yo Superior.
Se nos requiere absolutamente
aprender las nuevas maneras de trabajar espiritualmente en la nueva energía de
nuestro planeta.
Las predicciones de catástrofe
de Nostradamus vendrán y se irán, y muchos se darán cuenta de que Kryon tenía
razón: estamos en un paradigma muy nuevo para el planeta Tierra. Mientras
dejamos atrás el tiempo en que se suponía que todo iba a terminarse, sería
mejor que empecemos a entender cómo contribuir espiritualmente al plan
completo, y encontrar las maneras diseñadas para trabajar con Dios, para hacer
de este planeta un lugar grandioso.
Aquellos que no lo hagan,
estarán muy desilusionados y no entenderán qué pasó.
Aprende sobre los dones; toma el
paquete y úsalo. Comprende cómo la verdad, el conocimiento y la sabiduría
funcionan juntos para dar gran poder en esta nueva era.
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