Narrado
en el Evento Kryon
en Vancouver,
Canadá, 19 de marzo de 2017
Historia de la Bebita
Lyla
Entonces estamos bastante seguros de que era en enero de 2012, o tal
vez febrero de 2012, pero fue en 2012. Era mi primera vez aquí y la primera vez
que me encontraba con Cheryl, y en este
salón tan bien recibida, el escenario estaba en la otra punta, donde hoy estaba su comida.
A una hora de empezar ese
sábado se me acercó una mujer y estaba como... desolada. Dijo: "Tengo una
amiga que tiene una bebita, que está en el hospital, ella tuvo un derrame, y yo
sé que usted está dando sesiones aquí, de modo que me pregunto si vería al
bebé," y yo había hecho mucho trabajo con nuevas mamás y bebés, post
parto, recién nacidos. Pero nunca con alguien que hubiera tenido un derrame, yo
no sabía qué pasaba, todo me venía por intermedio de esta mujer. Yo dije
"Espíritu, ¿qué quieres que yo haga?"
Y lo que oí fue: "Haz que ella te llame." De modo que dije eso: "Dile que me
llame." De modo que al fin del día fui a mi cuarto y había un llamado.
Escuché el mensaje y en ese momento obviamente con el corazón roto y llorando,
pidió si por favor, por favor, podía ver a su hijita que en ese momento tenía
tres días de nacida, no, cuatro.
Entonces, antes de proceder, pedí: "¿Qué debo hacer con esto,
Espíritu? Dime qué hacer. Lo que oí fue: "Haz que te traiga el bebé
aquí." Esto me recordó - algunos de
ustedes han leído el libro "El Viaje a Casa" - y uno tiene el mapa
que dice "ahora estás aquí" y
no hay otros lugares excepto aquí, no estás más allá. Entonces, mis
instrucciones eran para un pequeño momento cada vez. De modo que dije: "Que
traiga aquí el bebé" La llamé y
ella estaba muy agradecida; ella lloraba y yo también, de modo que la hice
venir al día siguiente con su esposo; la mamá, el papá y el bebé pequeñito y
uno se daba cuenta de que apenas lo estaban soportando.
La mamá tenía programada una
cesárea, se iban a casa el día siguiente, el bebé estaba ya vestido, la mamá
también, y el papá fue a buscar el coche y la bebita empezó a tener
convulsiones, y en el cuarto no había nadie más que la mamá y la bebita, la madre empezó a gritar, la enfermera llamó a
un médico a los gritos, ¡tomó al bebé y se fue! Y no se sabía, no se sabía qué
pasaba.
De modo que, cuando finalmente la trajeron de vuelta, estaba conectada
y medicada, y le habían sacado radiografías del cerebro, escaneos, y aquí, en
la base del cerebro había manchas de ambos lados. Se imaginan, un bebé
pequeñito, grandes manchas oscuras. El peor escenario: tal vez una parte del
tronco cerebral estaba muerto.
Y yo sostenía esta bebita pequeñita, bellísima, que parecía perfecta,
en mis brazos y pensaba: "Bueno, Espíritu, muy bien, ¿y ahora qué?"
Porque ella parecía estar bien, y yo trataba de ser optimista en que no era
solo mi deseo de que yo quería que estuviera bien, realmente quería eso. Y eso
parecía; su cráneo, su cuerpo, su color, todo parecía perfecto.
Y dije: "Muy bien, ¿ahora qué?
Estas personas no me conocen, no saben nada de Kryon, no saben nada ni
han estado ni un momento en este salón que haya dado comienzo a este proceso."
¡Y estaban desesperados! Pero también
confiaban en que la comunidad médica no sabía qué decirles, no sabía qué hacer,
no podía ofrecerles nada. De modo que allí estábamos. Y cuando tuvimos esa
reunión, el escenario estaba realmente muy alto, había que subir con escaleras.
De modo que subí al escenario con la mamá, el papá y la bebita, y en todo el
salón comenzó una oleada de hermosa energía a medida que yo contaba la
historia. Los padres ya estaban muy
agradecidos, todos llorábamos, y lo que hicimos fue decir tres "Aum"
y - no lo recuerdo exactamente, tal vez alguno de ustedes sí lo recuerde mejor
- creo que nos pusimos de pie y cantamos los tres "Aum" y entonces
las personas en el auditorio empezaron a decir cosas sobre lo que veían para el
futuro de esta niñita, lo que veían para ella. Uno decía, "La veo
corriendo en el césped" y otro "La veo juntando flores" y yo
dije: "La veo diciendo 'Papá, ¿me prestas las llaves del coche?' (todos ríen). Y la gente seguía diciendo eso, y estaban
creando esta realidad futura intencional de salud y bienestar para esta niñita.
Me dan grandes escalofríos cuando cuento esto.
De modo que todos ustedes que estuvieron aquí ese día y están aquí
ahora, fueron partícipes de la sanación de Lyla, la bebita; ya tiene casi seis años y es hermosa,
¡hermosa! Como un ángel. Un ángel.
Y cada dos años, entre lágrimas, recibo una nueva foto enviada por su
mamá, y nos saludamos. La última vez que estuve aquí casi la íbamos a traer,
pero ella tenía, creo, un partido de fútbol o algo así. Para ella, eso es su
vida, no está conectada con lo que pasó aquí, de modo que les vuelvo a
agradecer a todos los que levantaron su mano y
a quienquiera que me preguntó por esto, ¿quién fue que me preguntó sobre
esto hoy? Muchas gracias por preguntar,
porque todos compartimos aquel suceso asombroso, y ahora todos los presentes lo
comparten; sucedió aquí, justo aquí, en este salón. Y ese es el poder de la
intención, la intención colectiva.
La energía que podemos reunir puede cambiar a una persona o puede
cambiar al planeta. A ambos. Todo eso. Todo el tiempo. Y empieza aquí con esa
intención colectiva amorosa.
Desgrabación
y traducción: M. Cristina Cáffaro