Canalización de Kryon por Lee Carroll
ante la Hermandad Femenina Lemuriana en Phoenix, Arizona,
enero 2016
Saludos, queridas damas, Yo Soy
Kryon del Servicio Magnético.
En estas sesiones mi socio se
hace a un lado y permanece así. Oye lo
que dice por primera vez cuando trabaja técnicamente el audio; no se le permite
quedarse y escuchar. Y esto es
diferente, entonces hasta más tarde él no sabe qué se ha dicho. Es para honrar
al género de quienes están en el salón, que deben ser primeras en oírlo.
Quiero hablar sobre el
género. Queridas, Dios no es un hombre.
Ya lo dije antes: no dejen que esta voz masculina las engañe. No hay género en el otro lado del velo; Dios
no es mujer. La gran Fuente Creadora es
energía que no tiene género; es energía de creación. El alma de ustedes no
tiene género: su alma ha estado en ambos géneros terrestres. Ha experimentado todo lo que experimentan los
hombres y todo lo que experimentan las mujeres, con objeto de obtener
equilibrio. Pero esta voz que ahora oyen
no tiene género. La voz que oyen ahora
sabe quiénes son ustedes. También
sabe lo que solo las mujeres saben.
Quiero dejar esto bien claro:
las probabilidades de que seas lemuriana, de estar aquí, de estar en esta
época, si fueras a tirar los dados, hay muchas probabilidades de que todas en el
salón hayan estado en esas condiciones, de modo que pueden celebrar la
Hermandad Femenina Lemuriana para recordar tal vez sus épocas juntas. Y aquí están, y yo les digo que todas en este
salón estuvieron allí.
Ahora bien; esta es una
sincronicidad de las almas antiguas que
te ha puesto en el lugar correcto en el momento correcto. ¿Cómo sabes que eres
lemuriana? Si no puedes sentirlo,
simplemente cree en lo que digo. Ahora:
ser lemuriana también puede significar ser alguien de alguna de esas islas que
se desarrollaron a partir de la isla original, y hubo muchas. La Hermandad Femenina acompañó a las
lemurianas; se practicó muchos, muchos años después de Lemuria. Entonces, no estamos hablando necesariamente
del grupo central que estuvo con Melli-ha; hablamos de la energía implicada en
un sistema que honra a la mujer de manera sagrada; un sistema que hoy en día no
existe. Ni siquiera hay algo parecido; ni siquiera es un promedio, no
realmente. Realmente no.
Quiero llevarlas hacia atrás
nuevamente; otra vez. Quiero pintarles otro cuadro. Repasamos para quienes no han oído esto
antes: el pequeño continente de Lemuria que luego se transformó en las islas de
Hawái, se originó en un punto caliente del planeta, que estaba debajo y creció
empujando a la montaña de Hawái muy alto hacia el cielo, quedando totalmente
expuesta y creando un pequeño continente.
En el planeta hay otros puntos
calientes que originaron cosas similares.
Tan alto creció, que incluso desarrolló glaciares. Esto es típico del planeta, no es
inusual. Hawái todavía es un punto
caliente. Eventualmente, como ha
sucedido en otros puntos calientes del planeta, con el tiempo se hundió . Se
descargó con el tiempo. Ese pequeño
continente de Lemuria comenzó a hundirse en el océano, y los que estaban en él
no sabían si iría a desaparecer. Fueron
tiempos de gran temor. Se detuvo en las
cimas; las puntas de las montañas quedaron como islas. Pero los lemurianos no sabían eso; no sabían
cuánto iba a hundirse.
Pero no son esas las épocas que
celebramos, sino las épocas en que ustedes estuvieron juntas en todo su brillo,
en este mini continente, y en que ustedes condujeron esa humanidad que estaba allí. Lo que ustedes hicieron, cómo se sentían,
cómo era. Algunas estuvieron allí; no
todas juntas. Fueron muchos, muchos años, en los que ustedes pasaban una vida y
participaban de lo que hablamos. Eso es lo que les resuena verdadero; no la
cosa en común que sentirían con las otras mujeres, no. Es lo que sienten con
respecto a sí mismas y a la experiencia: eso es lo que las reúne. Era muy distinto.
Hay algo que quiero que sepan, y
que solo las mujeres lo saben. En primer
lugar, todas ustedes en este salón han dado a luz, todas. Tal vez no en esta vida. Todas han tenido esa experiencia especial de
tener una vida creciendo dentro de sí.
Toda mujer conoce esto; sabe que esa experiencia no es mera biología.
Que cuando una tiene una vida creciendo
en su interior, su consciencia aumenta.
No es simplemente biológico; no es solo femenino; no solo porque tenemos
el equipo. Hay una fuerza de vida que se
posa sobre nosotros como mujeres. Y en tanto va creciendo, se descubren
llorando de alegría por poder participar en algo tan hermoso. ¡No es solo biología! ¡Ustedes lo saben! ¡Yo lo sé! ¡Qué cosa tan
grandiosa es esta!
En aquellos días, todos lo
sabían. Es lo que las distingue: dadoras
de vida, contenedoras de vida, las que dan a luz a la humanidad. De ustedes proceden los hombres y las
mujeres. Y en ese proceso de llevar un bebé adentro todos esos meses, somos
nutridas. Las mujeres saben esto, nosotros sabemos esto. Ustedes sueñan distinto; las mujeres saben
esto. No es solamente que cambia la
química; es la consciencia lo que está cambiando esta vez, toda ella.
Es sobre la consciencia que
estamos hablando, porque esto es distinto en ustedes como mujeres. Las prepara
con un equipo y conocimiento espiritual que está mucho más allá de lo normal.
Son las que están entonces en total conexión con la Fuente.
En los hombres, la conexión
siempre ha sido primero y principalmente con Gaia. Su responsabilidad era
comunicarse con la Tierra. La de ustedes
era comunicarse con el cielo (se ríe). Incluso hoy los indígenas ven, de algún modo,
la conexión de género muy distinta con el cielo y con la tierra. Los hombres pescaban; en otros lugares
cazaban; se conectaban con la tierra, pero necesitaban de ustedes.
Ustedes están aquí para una
ceremonia; les contaré sobre una ceremonia de la que aún no les he hablado.
Tenía lugar una vez al año en Lemuria para el solsticio de invierno. Ahora,
Melli-ha, tú ya lo imitaste y ahora te damos mérito; no tenías idea de lo que
estabas haciendo.
El 21 de diciembre de 2012, en
Lemuria, tenías una reunión de hombres y mujeres y la llamaste Hermandad
Femenina, y los hombres pidieron asistir.
Podrías haber puesto a los hombres donde se te hubiera ocurrido. Elegiste ubicarlos en la parte de afuera del
grupo. Si hubieran sido suficientes, o
si lo hubieras armado en forma distinta, tal vez hasta hubieras creado un
círculo con las mujeres en el interior y los hombres rodeándolas. Eso es lo que hacías en Lemuria en cada
solsticio de invierno. Era una celebración de la vida, pero en gran parte era
una celebración que los hombres hacían para ustedes.
Y esto es lo que hacían: en primer lugar, el círculo tenía que estar
completo. Las mujeres tenían que estar en el interior, como el centro de una
flor. Los hombres las circundaban
totalmente, sin interrupción. Las rodeaban completamente y luego les
cantaban. ¿Alguna vez han oído la
belleza de un coro de hombres? Un coro completo de hombres cantando
juntos. No fuerte, no con brío, sino
dulcemente, en lo que hoy a veces llaman cánticos hawaianos, que tienen
armonía; canciones que todos ellos sabían para celebrarlas a ustedes.
Ustedes creen que esto se trata
de hombres y mujeres; no es así. ¡No es así!
Se trata del equilibrio. Hoy ustedes se reúnen como mujeres, sin los
hombres, comenzando un regreso a algo que fue hermoso, que necesitan
re-encender, apreciar y comprender, y saber.
En aquel entonces, ellos sabían: las mujeres llevaban la fuerza de
vida. Entonces es diferente para ustedes
- para nosotras; y ellos les cantaban.
Las canciones que les cantaban
eran hermosas y las hacían llorar; agradecían la guía que ustedes les daban a
lo largo del año, de los lugares donde pescar, de adónde iban los cardúmenes,
de un lugar a otro. Y ustedes les decían, con su guía, a dónde ir, a veces día
por día. Y ellos se daban cuenta del
poder que ustedes tenían para comunicarse tan rápido y tan fácilmente con la
Fuente Creadora, que ellos no tenían. Su
conexión era firme con Gaia. Ellos
cuidaban de Gaia para ustedes. Conseguían el alimento. Pero sabían quiénes eran
ustedes.
Esto es lo que la celebración
significa y el potencial en el planeta; no es el regreso a aquel sistema, sino
al honor y al conocimiento de para qué están ustedes aquí realmente, qué pueden
realmente hacer, y qué buenas que son haciéndolo.
Somos suaves, somos gentiles y
somos dadoras de vida, somos compasivas.
Eso es quiénes son ustedes, quiénes somos nosotras, como mujeres. Y ellos lo sabían, los hombres lo sabían. Oír
sus voces elevarse en el canto a su alrededor, voces masculinas en un
coro. Ustedes lo esperaban todo el año,
¡era hermoso! Y cuando había terminado,
ustedes no podían ni dormir esa noche.
¡Eso es equilibrio! Es parte de la Hermandad Femenina.
Procedan.
Y así es.
Kryon.
Desgrabación y
traducción: M. Cristina Cáffaro