Canalización de Kryon
por Lee Carroll
Nepal, octubre de
2017
Dwarika
- Parte 2
Saludos,
queridos, Yo Soy Kryon del Servicio Magnético.
Esta
es la última reunión en Nepal en que ustedes están todos reunidos para una
canalización, porque algunos ya se van. De modo que deseamos tratar algo, y
algunos van a pensar que es divertido; espero que así sea. El grupo de almas
antiguas, muchos de ustedes, han estado con nosotros en este viaje asombroso
casi durante 20 días.
Todos
conocen el yin y el yang, saben sobre los opuestos, sobre la dualidad, sobre lo
negativo y lo positivo, sobre lo que es alto y bajo. De modo que deseamos
exponer esto de una manera divertida. Los presentes aquí son almas antiguas, y
si hablan con alguien de aquí, sabrá qué es un alma antigua; es un alma que ha
reencarnado en este planeta muchas, muchas veces, y cada vez que viene aprende
cosas, experimenta cosas, resuelve cosas que no había hecho antes. Y tras un
largo tiempo ganan en sabiduría, saben cómo funcionan las cosas, las ven de
modo distinto.
Esas
son las que están aquí y a ellas me dirijo. Sin embargo hay una audiencia mucho
mayor que está escuchando esto, a medida que vamos terminando este tour, esta
experiencia, este viaje en India y Nepal. De modo que lo que deseo hacer es
darles una perspectiva de cómo se ven las cosas a veces.
Está
el alma antigua, está la sabiduría del alma antigua, y luego está el turista.
Entonces miremos este viaje, y partes del mismo, desde dos enfoques, porque hay
quienes escuchan esto en una audiencia más numerosa, que son turistas. Puede
que no entiendan lo que ve y experimenta un alma antigua. Los ojos del alma
antigua ven una cosa, los ojos del turista ven otra. De modo que jugamos el
juego de los opuestos.
Cuando
llegan aquí por primera vez, digamos que son el turista, cuando vuelven a casa
más tarde dicen a los demás: "No podrías creer lo que es el tráfico en
India, si es que se puede llamar así (risas).
Es asombroso; quién comparte el camino,
en qué dirección van, no parece que hubiera ni señales de orden, ni reglas, la comparten con humanos, coches,
ómnibus, bicicletas, vacas, cerdos, gallinas, y todos van en direcciones distintas,
todo el tiempo. Cómo pueden existir, es la cosa más extraña y compleja y
confusa que se haya visto." Eso en
cuanto al turista. ¿Qué viste tú?
El
alma antigua mira y dice: "No
creerás lo que vimos; hay tantas personas aquí, vive un quinto de la población
del mundo, y de alguna manera han resuelto quién va dónde, comparten sus calles
entre ellos, con los animales, y todos los vehículos con los peatones, y de
algún modo todos saben a dónde van. Todos hacen lugar para el otro. Parece que hay horribles bocinazos cuando
cada uno le dice al otro "aquí estoy, cuidado, aquí estoy." De alguna
manera se han juntado yendo en todas las direcciones posibles y lo han
resuelto. Viven juntos, incluso en las calles. Ustedes piensan que es caos; yo
veo armonía."
La
metáfora para esto, queridos, es el planeta. El planeta debe compartir el
camino de la vida de la misma manera, sin las reglas de una religión u otra, o
de un país u otro, y de algún modo debe resolver cómo tocar bocina para avisar
"cuidado, estoy detrás de ti, estoy delante, para no lastimarte."
Yendo de aquí para allá, compartiendo con los animales del planeta, con la
Tierra, y entre sí de maneras que pueden parecer caóticas y sin embargo, ellos
lo resolvieron y saben adónde van. Y el
alma antigua viene a India y sonríe y dice: "Miren esto, no hay lugar como
este en el planeta, puede parecer caótico pero ellos lo resolvieron, saben cómo
llevarse bien, cómo moverse en las calles."
El
turista va al Ganges, y dice: "No vas a creer lo que vimos. Muchedumbres,
miles, con un calor sofocante, incluso 90 grados F durante la noche, 34 C o
más. Apenas se puede respirar, y allá van, bajando a nadar en el río. Es una cultura extraña, y
todas las noches hay algún tipo de fiesta. Y lo hacen por largo rato, y siguen,
¿cómo pueden hacer eso? Es una cosa rara que hagan esto." El turista se va
sacudiendo la cabeza.
El
alma antigua ve algo distinto. El alma antigua puede no sr hindú, puede ser
europea, o de algún otro lugar de Occidente, pero el alma antigua ve la
alegría. Y ve a quienes han hecho el viaje con alegría en sus rostros, en sus
oraciones, completando algo que para ellos es muy especial. Con lágrimas en los
ojos, mientras se miran unos a otros, haciendo un peregrinaje a un lugar único
y especial donde pueden encontrar la unidad con el Espíritu. No les importa
cuántos son; familias enteras. Y quieres solo mirarlas y darles el saludo del
Namasté, y decirles "¡Buen trabajo, querido ser humano! Te comprendo,
porque el Dios en ti es el Dios en mí, y esta puede no ser mi cultura, pero te
conozco, ¡felicitaciones!"
Llegará
un día en que el mundo pueda ver esto; no el Ganges, sino la celebración que
puede parecer rara. La unidad del Espíritu en tantas tierras, en tantas ramas
del árbol único, haciendo sus propias ceremonias, con aspecto raro y todas sus
alfombras de oración y sus estatuas, o sus profetas. Capaces de mirarse uno a
otro y decir "¡Trabajo bien hecho! Porque veo en ti lo mismo que tengo en
mí. Hay una unidad del Espíritu que no se puede fingir, y se siente, no importa
cuál sea la celebración. La vemos en tus ojos, en tus lágrimas de alegría,
porque sabes que la unidad del Espíritu en ti es la Fuente Creadora del
planeta."
Esa
es el alma antigua, y habrá más almas antiguas que mirarán a otras y
comprenderán, y verán la compasión, y no mirarán los procesos, o la cultura, o
el lenguaje o el procedimiento, porque mirarán al interior. ¡Trabajo bien
hecho!
Es
la diferencia entre el turista a quien no le importa, y el alma antigua que ha
estado aquí y sabe mucho. Podrías decir muchas otras cosas. El turista miraría
esta tierra y diría: "Hay tantos templos, tantas estatuas, algunas son tan
raras, con tantos brazos. No sabemos qué cree este pueblo realmente." El
turista luego va al monasterio, y dice: "No terminaba nunca, no sabíamos
qué estaba pasando, estábamos doloridos, nos sentamos en el piso, no estamos
acostumbrados a eso. Había música que nunca habíamos oído, tuvimos que aguantar
hasta que terminó." Ese es el turista. Puede que digan que era pintoresco.
El
alma antigua sabe sobre las estatuas; son ayudantes, hermosos. Como tantas
religiones en el planeta, ellos tienen objetos, santos, otras cosas a las que
pueden recurrir por ayuda para reducir la negatividad. Uno para la salud, otro
para una larga vida, y tradición, tradición antiquísima que les da ese aspecto
que tienen, porque cada una de estas cosas significa algo hermoso. Y en cuanto
al monasterio y a sentarse allí soportando, saben que el alma antigua dirá: Hay
capas de celebraciones; una para la salud de toda la humanidad, y compartimos
pan como símbolo de que nadie morirá de hambre en el planeta. Pasamos por otra
oleada para una vida más larga y paz para el planeta. Pasamos por otra oleada y
cada una de ellas era compasiva, y bella, y significativa; un grupo de personas
dedicadas a eso, es lo que hacen. Sí, llevó un rato, pero así debe ser. Es todo
lo que hacen; bendicen al planeta una y otra vez, sabiendo que los
pensamientos, las intenciones y la compasión de unos pocos afectan al todo. Y
el alma antigua dirá: "Puede que esto no sea mi costumbre, pero estoy de
acuerdo. ¡Buen trabajo!" dirías, alma antigua, vengas de donde vengas, al
observar todo lo que ves y considerarlo. Ves la unidad, el propósito, la razón.
Tal
vez llegue un día en que ya no haya turistas, y cuando vengan a un lugar así,
con los ojos muy abiertos, y vean lo que significa, la solidaridad, los lazos
familiares, la belleza, el propósito y el significado de Namasté, ellos verán
en estas culturas que ustedes han visitado cosas que no se ven en ninguna otra
cultura de la tierra. Porque hay un compañerismo en belleza, y se oculta en las
cosas que ustedes no entienden. Las almas antiguas en este grupo llevarán esto
consigo, lo llevarán a casa y medirán cuidadosamente sus palabras, cuando
alguien pregunte ¿Cómo son India y Nepal? Y no será a través de los ojos del
turista. ¡Buen trabajo! para todos ustedes.
Y
así es.
Kryon
Transcripción
y traducción: M. Cristina Cáffaro