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16 septiembre 2024

Artículo de José Stevens - Directivas y Expectativas

Directivas y Expectativas - por José Stevens

12 de Septiembre de 2024

 Empecemos por las expectativas. Nacemos en familias, culturas, religiones, subculturas, y estratos sociales que todos enseñan cómo debe ser la vida de acuerdo a sus sistemas de creencia. Estas diversas influencias brindan muchos detalles que nos hipnotizan para creer que el mundo opera exactamente así. En general a las culturas, los sistemas de creencia familiares, la religión y los sistemas sociales no les gusta ser cuestionados y usan mecanismos para asegurar que nadie lo haga. Hay recompensas para quienes se alinean, y castigos para los que no lo hacen. De este modo nuestra visión del mundo es conformada para nosotros cuando somos muy jóvenes, vulnerables, y en cierto grado inocentes. A pesar del hecho de que las personas son almas de diferentes edades y niveles de sofisticación, las costumbres son bastante estrictas y tienen un efecto en la gente a través de su adolescencia y bastante más allá en muchos casos. A esto se refiere Miguel Ruiz como nuestra “domesticación.” Lo que creemos que es la manera en que son las cosas también es lo que nos entrena para tener expectativas que nos alinean con los sistemas sociales. “Espero crecer y hacer el trabajo de mi madre o mi padre, seguiré sus pasos, disfrutaré de una educación de primera clase y esperaré ser contratado con un buen salario. Saldré solo con parejas aprobadas y me casaré y tendré dos o siete hijos. Asistiré a la iglesia de mi familia y votaré de acuerdo.”  O bien: “Somos  gente de gueto y mi padre y mi hermano mayor están presos haciendo trabajos forzados. Dejaré la escuela como hicieron ellos y me uniré a la banda, venderé drogas y robaré. Probablemente no viviré mucho de todos modos. A nadie le importa lo que hago”.

Estas expectativas pueden volverse tan fuertes que realmente  se manifiesten en nuestras vidas así. Sin embargo, si estas expectativas nos hacen felices o plenos es otra cuestión. No hay garantía, incluso, aunque pueda haber una expectativa de que lo hagan. Puedes manipular activamente la vida para manifestar ciertos resultados con dinero, encanto o influencia. Papá puede arreglar la donación a las diez grandes universidades para las que no tienes notas. Puedes conseguir una beca por deportes por medio de un agente, por la suma correcta de efectivo, y así sigue. Sin embargo, no hay manera de obligar o manipular las respuestas internas como la felicidad o la alegría. O bien existen naturalmente, o no.

 El problema es que las expectativas son producto de la falsa personalidad, el ego, y el ego no es nuestro amigo. Esencialmente es un parásito que secuestra nuestras vidas por los sistemas sociales y educativos. Para comprender esto, es útil saber que el ego no es personal aun cuando parece serlo. La falsa personalidad es una fuerza que impacta y actúa sobre todos los seres humanos. Su herramienta principal es el miedo, y su trabajo es darte miedo y luego debilitarte con la promesa de que te ayudará a no tener ya más miedo. La promesa es hueca, porque su solución realmente te va a dar más miedo. Por ejemplo, la falsa personalidad te dice que eres un débil y que nadie te respetará. Su solución para ti es que debes volverte un matón, y entonces ya no tendrás miedo, pero eso nunca te dará menos miedo, solo más. La falsa personalidad te miente y te hace esperar que ya no tendrás miedo pero no funciona y nunca lo hará. La mayoría de los seres humanos sucumben porque esa es la manera en que aprendemos, en el largo plazo, que eso no funciona. La falsa personalidad ama mentir y promueve activamente expectativas falsas para controlarte. Esto  puede sonar improbable, pero solo hay una circunstancia en la vida en que  tener expectativas realmente funciona. Eso es cuando esperas recibir apoyo del Espíritu pero no vendrá en la forma que tú piensas que debiera hacerlo.

 Directivas

   Como tenemos tantas expectativas, queremos dictar cómo van a resultar las cosas, qué aspecto tiene el camino allí, con quién queremos estar en ese camino, quién se beneficia, y quién no. En cierto modo, podríamos llamar a estos, nuestros requisitos en la vida. Nuestros requisitos están íntimamente relacionados con lo que alguna gente llama sus estándares. “Llevo mi familia a París. Quiero que el clima sea excelente – entre 70 y 75 grados F sin lluvias ni vientos fuertes. Vamos a estar en hoteles cinco estrellas. No queremos que ninguna chusma dificulte nuestro viaje. Los niños van a cooperar y se comportarán bien, o ya verán. Mostrarán gratitud. Todos se divertirán y no habrá gruñidos ni quejas. Iremos a los lugares temprano para evitar gentíos.

 Habrá una siesta por la tarde y luego disfrutaremos grandes comidas en mesas de primera en restaurantes recomendados. En diez días, regresaremos a casa en los mismos asientos reclinables en que llegamos a París. Nadie se va  enfermar.”  Bien, buena suerte. Tal vez sea así, tal vez no. ¿Qué podría salir mal? Bueno, casi todo. Los vuelos se pueden demorar o cancelar, perderse el equipaje, los niños adolescentes resentidos y los más jóvenes descompuestos y llorando, las reservas de hotel perdidas y canceladas, toda la familia descompuesta por comida contaminada, huelgas de transportes interrumpiendo las salidas planeadas, imposibilidad de hacer siestas, el clima cambiando a calor extremo y humedad con lluvias monzónicas, amplios apagones de electricidad en las ciudades, baja de internet, o un familiar muere de pronto en casa, y así sigue.

  Como estos son los planes diseñados por el ego sin considerar la intervención del Espíritu o la esencia, casi se puede predecir el desastre. Puedes ver que estas directivas están cercanamente alineadas con las expectativas del ego que siempre están cargadas de miedo. “¡Qué pasa si no sucede como nosotros queremos!” El pequeño yo dice “Debe ser de esta manera porque yo soy un ganador y espero experiencias ganadoras todo el tiempo, en todo lugar, espero que el mundo se conforme a mis planes, incluyendo a todos los miembros de mi familia. Si esto no sucede correctamente, tendré un ataque de gritos y todos entenderán mi disgusto y saltarán a rectificarlo. Este es mi mundo”. ¡Ja!  Lo que realmente quieres decir es que estás muy asustado de no estar en control de tu mundo.

 Esta es la manera en que las cosas realmente suceden, al demandar y dirigir la vida como si fuera una obra de teatro. De hecho, es la manera de que no resulte muy bien. ¿Por qué? Porque el pequeño yo tiene poco o nada de poder real. A lo sumo es un tirano mezquino, y la vida no suministra para pequeños tiranos en el largo plazo. El enfoque más efectivo es permitir lo que el Espíritu tenga en mente dirigir, y esto podría ser muy diferente de lo que la personalidad exige. Debido a un vuelo demorado, acabas sentado al lado de un extraño cuya conversación cambia tu vida de alguna manera significativa. Debido a que el clima es irracionalmente  áspero, cambias tus planes y vas a una ciudad diferente donde no tienes reservas de largo plazo y en cambio tienes una experiencia espontánea y maravillosa allí, conociendo  gente nueva interesante y teniendo aventuras no planeadas y divertidas. Comes en lugares que son un hoyo en una pared, y comes comida inesperadamente buena. Conoces gente a quien le gustan tus niños y los invita a jugar con sus hijos y lo pasan maravillosamente. Ya entiendes la idea. El Espíritu tiene un plan diferente para ayudarte a aprender que hay otro camino más allá de la tiranía. Ese camino tiene que ver con alinearse con lo que es, no con lo que piensas que es.

 Entonces, contrario a lo que piensa la mayoría de la gente, lo mejor es soltar tanto las expectativas como las directivas. Deja de restringir las posibilidades a un conjunto de acciones, y deja de exigir que siempre sea como tu pequeño yo lo quiere, porque tu pequeño yo no sabe nada. Es meramente seguir un libreto que te dieron en la infancia antes de que tuvieras algún discernimiento y antes de ser capaz de hacer elecciones por ti mismo. Ya puedo oír el escándalo, la resistencia, las discusiones en contrario, sin embargo, lo creas o no, la vida puede ser extraordinaria sin tener ninguna expectativa y sin poner ninguna directiva sobre cómo quieres que sea. La única condición para esto es poner la línea dorada de tu vida en las manos del Espíritu  y estar de acuerdo en aceptar lo que venga.

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Traducción: M. Cristina Cáffaro

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