21 agosto 2018

Kryon ante la Hermandad Femenina Lemuriana (55)


Canalización de Kryon por Lee Carroll
ante la Hermandad Femenina Lemuriana (55)
Portland, Oregón, 11 de Agosto de 2018

Eres el Espejo de Dios, Rayo 5
 ¡Saludos, queridas Hermanas de las Estrellas! Yo Soy Kryon, del Servicio Magnético.
Mi socio se hace a un lado, y ya hemos descripto esto. Es un tiempo entre ustedes y yo. Sí, es verdad que más tarde habrá muchos escuchando, pero en este momento no es así. Somos solo ustedes y yo.  También he dicho que no se dejen engañar por la voz masculina, porque no es la voz masculina la que habla. En este planeta es difícil no ser ni uno ni otra, y dar un mensaje. Por eso, lo que quiero que hagan es suspender la realidad que está aquí y escuchar, porque el mensaje viene del otro lado del velo, entregado por mi socio, que no sabe lo que está diciendo, porque no está aquí; lo descubrirá más tarde, como los demás, de modo que solo somos ustedes y yo.
A veces, creer que Lemuria fue real puede suspender la realidad de ustedes, que realmente tantos años atrás ustedes participaron en algo que parece tan diferente. Hemos mencionado muchas veces que las probabilidades de ser mujeres hoy en día, si fuera al azar, y no lo es, la belleza del amor que ha requerido este plan las ha puesto aquí ahora como mujeres, sentadas en sillas - solo entre ustedes y yo, preguntándose "¿Es posible que yo haya tenido vidas pasadas en el tiempo de la enseñanza original?" Un tiempo en Lemuria que duró miles de años, muchas de ustedes no estuvieron en el mismo grupo, pero tenían las mismas maestras Madres de las Estrellas. Y en eso existe una camaradería por estar en la plataforma de lanzamiento del akash y participar realmente en algo tan hermoso y tan único. Y si estuvieron allí, y solo ustedes saben esto, es lo que las atrajo a ocupar estos asientos, si estuvieron allí, si todas participaron en algo absolutamente estelar. Tuvieron a aquellas de las Estrellas, que vinieron y se sentaron entre ustedes y las amaron. Y como niñitas participaron en la enseñanza que ellas dieron. De adultas ustedes continuaron, y cuando llegaron a cierta edad, mujeres, todo cambió, y la enseñanza cambió, y la Madre Estelar las miró a los ojos y dijo: "Es hora de que aprendan sobre una consciencia más alta, porque van a llevar esa carga, el manto del chamán. Y cuando ella   dijo eso, fue un momento de retrospectiva, pero lo que ella realmente quería decir es "De ahora en adelante."
Parte de la enseñanza de la Rueda de Enseñanza Lemuriana, era el akash venidero, o sea que ella les dijo que ustedes volverían a vivir. Verán: Lemuria era la primera vez. Ella les dijo que ustedes vendrían muchas veces, y que ocurriría una acumulación; una acumulación de recuerdos que se almacenaría de algún modo dentro de ustedes. No necesariamente los recordarían como si leyeran un libro, pero estarían allí en forma subconsciente para que ustedes recordaran. Y les dijo que en la época en que están ahora mismo, estas enseñanzas que tendrían ahora, justo ahora, se adherirían allí y permanecerían y algún día ustedes las recordarían. Y si ustedes cumplían lo que muchos creían que no cumplirían, y atravesaban el Cambio, sería hora de despertarlas. Y ustedes se sientan en estas sillas preguntando: "¿Estuve allí?"
La mayoría de ustedes estuvo allí, almas antiguas todas, almas muy antiguas todas, mujeres todas, y en un momento van a hacer algo. Les conté esto antes, solo estamos nosotros hablando; otros lo oirán más tarde, pero aquí estamos solo nosotros.
Ustedes se van a encontrar con los hombres y van a hacer algo. Harán una pequeña ceremonia de honor. En la Rueda de Enseñanza Lemuriana hay un rayo (N.T. o radio)  llamado El Espejo. Así se llama. Y de niñas, ustedes aprendían lo básico, y cuando adultas aprendían algo más grande, pero cuando chamanas entrenándose, el Espejo era el más profundo. Es un rayo o radio que va del centro a la parte de afuera y desde afuera al centro, es un camino de ida y vuelta, y el espejo es lo que pasa cuando se miran a sí mismas y ven a Dios, y cuando miran a Dios ... y se ven a sí mismas.
El espejo es mirarse en los ojos de otra persona, y ven a Dios, y se ven a sí mismas. Es un entrenamiento que le dice al chamán: "No puedes ver lo exterior de nada; solo puedes ir hacia adentro y allí vas a ver una coincidencia de belleza, de compasión, una esencia que tal vez no esperas, y el entrenamiento es este, chamán: dondequiera que vayas, cualquiera que te encuentres, tú estás en ellos, ellos están en ti, Dios está en ti, Dios está en ellos, una coincidencia que es tan extraordinariamente bella, y todo lo demás... es solo la cáscara.
En un momento, los hombres entrarán en el salón. Quiero decirles algo, algo que saben muy, muy bien: la diferencia entre géneros en esta cultura. Los hombres no se encuentran en círculos como este; no es lo que ellos quieren hacer. No es lo que los pone cómodos, ni siquiera al más espiritual de ellos. No quieren rodearse en un círculo, cantar canciones y celebrar; eso no es lo que ellos hacen. Los hombres suelen tener grupos donde se reúnen y estudian, y discuten, y será cerebral; pero no se reunirán en círculo a cantar canciones. De modo que por los pocos momentos que estarán aquí adentro, para algunos será un esfuerzo, y sin embargo entran igual. Algunos no tienen idea de por qué entran; solo vienen porque ustedes están aquí - y porque no tienen nada mejor que hacer (risas) pero cuando esto termine, puede que tengan lágrimas en los ojos debido a lo que ustedes van a hacer.
Si van a practicar el Espejo, quiero que se preparen para ello, quiero que vean a Dios en ustedes, y hagan del homenaje que van a hacer algo que ellos no olvidarán; no una mera ceremonia. Porque el tiempo de esos pocos minutos, donde el tiempo se suspende, un grupo de mujeres lemurianas de bellos corazones los mira a ellos y solo ven el Dios interior, donde el género desaparece y el homenaje es para las vidas de ellos, las de ustedes, para su viaje juntos, para resolver el rompecabezas con ambos géneros. No los hagan sentir incómodos. Hónrenlos, con el Espejo.
Y así es.
Kryon
Transcripción y traducción: M. Cristina Cáffaro